Existe la creencia de que en la menopausia se engorda, pero no existe evidencia de que esto sea cierto, depende mucho de la individualidad de cada mujer. Sí puede pasar, que cuando nos vamos acercando al final de nuestra vida fértil, las variaciones en nuestros niveles de estrógenos puedan hacer que la grasa en nuestro cuerpo se distribuya de otra manera.
Lo que sí es evidente es que, con el paso de los años, nuestro cuerpo va a ir cambiando. Por eso, cuando llegamos aeste ciclo vital, nuestra vivencia de esos cambios en el cuerpo dependerá de: cómo ha sido nuestra relación con él, cómo lo hemos valorado y sobre todo, cómo ha sido la relación con nosotras mismas.
La mayoría de las mujeres hemos vivido con creencias de que nuestro cuerpo tenía que responder a unos estereotipos de belleza o a unas normas para sentirnos atractivas, y hemos sufrido intentando responder a esos cánones de belleza.
Por este motivo, es probable que, ante los cambios propios de la edad en nuestro cuerpo, nos sintamos menos merecedoras de ser aceptadas como mujeres. Si antes me he criticado, me he comparado, ahora todo esto se puede incrementar.
No sentirse a gusto con el cuerpo es uno de los factores que genera mucha vulnerabilidad, activándose la respuesta de estrés y esto es uno de los factores, además de descenso de estrógenos, que más puede provocar inflamación o ganancia de peso.
Cuando aparecen cambios fisiológicos propios de esta etapa, aparece también la sensación de no control de lo que nos está pasando y podemos focalizar nuestra atención en aquello más tangible que podemos controlar, lo que comemos, y así también controlamos nuestro cuerpo. En nuestro cuerpo podemos concentrar nuestras exigencias y anhelos de modificar nuestra vida al coincidir esta etapa de la menopausia con otros momentos vitales: cuidado de padres, nido vacío, abuelaje de nietos, divorcios o separaciones, duelos por fallecimiento o por no haber tenido hijos, conflictos del pasado no resueltos, crisis vitales. Yo estuve muchos años pensando que si conseguía un cuerpo perfecto iba a ser más feliz.
Las mujeres que han funcionado con la mentalidad de dieta, ante los posibles cambios en su cuerpo, seguirán con la mentalidad dieta, pero ahora la comida se convierte en un mayor drama porque lo que antes había podido funcionar, ahora quizá no funcione. Otras mujeres, como creen que la menopausia engorda, pensarán que hagan lo que hagan no van a sentirse a gusto con su cuerpo, y así se resignan y dejan de cuidarse, pensando que como están en la menopausia, es lo que toca.
Durante esta etapa, el placer es esencial para nuestra salud física y psicoemocional. Por eso, será más importante que nunca hacer las paces con el cuerpo.
Bajar de peso puede ser la antítesis del placer. Identificamos alimentación saludable con privación, y en un intento de buscar la perfección del cuerpo, podemos renunciar a no integrar el placer de la alimentación en nuestra vida, aspecto tan importante, o dejar de hacer actividades que nos resulten placenteras.
Nunca es tarde para cambiar las creencias acerca de nuestro cuerpo y sustituirlas por otras nuevas. Nuestra idea de cuerpo es una construcción que hemos realizado, por lo que podemos construir otra corporalidad para no seguir cayendo en lo que hay detrás: toda una industria a quien le interesa que haya una insatisfacción con nuestro cuerpo, sobre todo durante la menopausia, para que consumamos un montón de productos.
El único camino posible para empezar a salir de esto será mediante: la aceptación, la autocompasión y la acción.
Cambiar la mirada de tu cuerpo y adoptar una mirada más amorosa, aceptándolo incondicionalmente con mucho amor sea de la forma que sea o esté como esté con el paso de los años.
Honrar el momento de la vida en el que te encuentras, con autocompasión. Mirar tu cuerpo con admiración ya que gracias él, has podido vivir muchas de las experiencias de tu vida. Con la convicción del merecimiento y de que te mereces todo lo bueno y todo tipo de placeres. También te mereces el placer de la alimentación y una alimentación saludable no significa privarte de placeres.
Por último, pasar a la acción. Deja de ser policía de lo que comes, empieza a contarte otra historia, abandona la meta de tener un cuerpo perfecto, empieza a verlo como tu templo y asume la responsabilidad de cuidarlo desde el amor con unos hábitos de vida físicos y psicoemocionales adecuados.
¿Estas dispuesta a ello?
Te puedo acompañar en el camino….